Saber envejecer es una
obra maestra de la sabiduría, y una de las partes más difíciles del gran arte
de vivir”.
Henri Frederick Amiel
Henri Frederick Amiel
¿QUE PENSAMOS DE LA SEXUALIAD EN LOS ANCIANOS?
Tratar de negar la existencia de la sexualidad en los ancianos
sería incorrecto, ya que la sexualidad es una constante vital que se va
desarrollando a lo largo de nuestras vidas y nos acompaña hasta la muerte. En
este sentido, me parece muy adecuado presentarlo que afirmaba el Profesor López
Aranguren, acerca de la valoración social de la sexualidad en los ancianos, en
su libro “La vejez como auto realización personal y social”.
“La
vida sexual es un aspecto de la vida de los ancianos mal conocido, el cual
hasta hace poco tiempo era inabordable. De la vida sexual de los ancianos
solamente se hablaba cuando era motivo de escándalo. Una moral victoriana
quería ignorar su existencia, por lo que cualquier manifestación era
considerada como una forma de conducta improcedente o como una desviación.
Sabemos muy poca cosa. Pero hoy podemos decir que no hay un límite crono
-lógico después del cual la vida sexual desaparece”.
Desgraciadamente,
este hecho cultural y social, sumado al escaso conocimiento que tienen los
ancianos sobre los cambios que experimenta su organismo con el envejecimiento,
han contribuido de una manera rotunda a generalizar una forma de pensar
equivocada, que hace sinónimos envejecimiento y pérdida de actividad sexual. El
resultado final es que, la gran mayoría de la sociedad, y lo que es todavía
peor, que incluso una gran parte de los profesionales sanitarios piensan que el
anciano es un ser asexual por definición. Probablemente, un porcentaje
importante de responsabilidad en este tema recaiga sobre ciertos hábitos
educativos y culturales, tanto de la sociedad general como de los propios
profesionales sanitarios, ya que hasta hace muy poco tiempo no se consideraba
correcto hablar públicamente de la sexualidad, y en el caso concreto de los
ancianos podía parecer hasta “improcedente” plantear si quiera la posibilidad de
que tengan su propia sexualidad.
Por
todo ello, no podemos seguir pensado que la sexualidad se termina al cumplir
una determinada edad, y sería muy positivo que todos consideráramos a la
sexualidad como una función más de la persona mayor, la cual se puede mantener
con un patrón individual y diferente al previo, respetando tanto a los ancianos
que quieran seguir expresando su sexualidad como a aquellos que prefieran
reducir o prescindir de esta función. En este sentido, no hay que olvidar que
cada vez está más integrada la sexualidad dentro de la calidad de vida, incluso
en la de los ancianos.
www.imsersomayores.csic.es/.../imserso-nuevasmiradas-01.pdf
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